La mina "La Jayona" se encuentra a unos
4,5 kilómetros al sur de Fuente del Arco, al sureste de la provincia de
Badajoz, en las proximidades con el límite provincial con Sevilla. Más en
concreto en el corazón de la Sierra Jayona, conjunto montañoso de las
estribaciones más septentrionales de Sierra Morena, cuya orientación es casi
E-O y con cotas máximas de 785 m. en el centro de Santa Cruz, situado a
escasa distancia de la mina.
Posiblemente la primera manifestación minera en La Jayona se
remonta a la época romana, e incluso prerromana, pero la explotación
propiamente dicha comienza en el año 1900 y finaliza en febrero del año
1921. Durante este tiempo se extrajeron aproximadamente 270.000 toneladas de
mineral de hierro a lo largo de un filón corrido de calizas karstificadas de
algo más de 600 metros de longitud.
El mineral obtenido era transportado por un cable aéreo hasta
una fundición existente en la estación de ferrocarril de Fuente del Arco,
situada a 5,6 km. al norte de la mina, y desde esta fundición hasta
Peñarroya por un ferrocarril de vía estrecha. Actualmente, tanto el
funicular como el ferrocarril de vía estrecha han desaparecido.
Tras su abandono, la mina quedó como un espectacular vaciado
que presenta 12 hectáreas de arquitectura industrial en ruinas que albergan
mineralizaciones metálica de todo tipo: planos de fallas con estrías,
milonitas asociadas y deformaciones estructurales de diferente origen y
escala.
En esta cavidad, mezcla de explotación de interior y a cielo
abierto, hay roquedos verticalizados típicos de otros parajes, condiciones
de luz, humedad y vegetación de desfiladeros fluviales y la fauna y la flora
de los ecosistemas mediterráneos propios de Extremadura.
Pero el olvido y la soledad que han caracterizado "La Jayona"
desde su abandono parece llegar a su fin antes de celebrar su primer
centenario. Con motivo de la gran cantidad de visitantes que la mina
recibía, unido a su peligrosidad y a su potencial estético y didáctico, la
Junta de Extremadura, reconoció su valor declarándola espacio natural
protegido con la figura de Monumento Natural.
Previamente a dicha declaración la Dirección General de Medio
Ambiente realizó un estudio que incluye el inventario medioambiental e
histórico, así como un reconocimiento de toda la mina y su entorno en el que
además se analizan sus posibilidades de uso. Posteriormente, la Dirección
General elabora un Proyecto de Restauración y Acondicionamiento de la mina
que salvaguarda prácticamente todos sus valores y que recogía las
actuaciones más urgentes y básicas en materia de seguridad.
En resumen todo el conjunto presenta un alto interés
histórico-minero, por la singularidad de las labores realizadas, atractivo
geológico y mineralógico por la presencia de diversidad de minerales con
presencia de hierro y fenómenos kársticos, rareza ambiental al construir un
ambiente umbroso y húmedo en un entorno más seco, singularidad botánica, la
fauna además cuenta con singularidades de los medios cavernícolas y rupícola
y, por último, ofrece una gran espectacularidad estética y paisajística.